Decision Making by Harvard, o cómo dejar de ir como «Pollo sin cabeza».

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«At Own Risk» en este mundo VUCA

Contestar esa llamada de teléfono, decidirte por el destino final de tu viaje, elegir una carrera profesional u otra, incluso acudir a la ansiada charla motivacional…

Cada decisión que tomamos a lo largo de nuestra vida, cada día, puede cambiar el rumbo de esta.

Por ello, entendiendo la importancia que tiene la toma de decisiones, no debe extrañar que me sintiera ansiosa por realizar el curso «Decisión Making» del programa Harvard Manage Mentor. Así, podría utilizar este espacio para haceros un resumen de lo aprendido, sin embargo, creo más fructífero dar mi enfoque al respecto de las conclusiones que he sacado.

En primer lugar, quiero obviar el curso.

Y quiero centrarme en la situación, quiero hacer una crítica.

¿Cómo puede ser, que a mis 23 años de experiencia académica, haya sido la primera vez que se me proponga el lujo de aprender este tipo de habilidades -marketirianamente, permitidme decir soft skills-? ¿Cómo puede ser que pueda llenar pizarras enteras de fórmulas matemáticas, las cuales dudo que use nunca, pero me encuentre perdida a la hora de tomar decisiones que pueden cambiar el rumbo de mi vida?

¿Cómo puede ser que se nos pida pensamiento crítico, que se nos critique de generación débil y perdida, que se nos atribuya la enorme responsabilidad de cambiar el mundo a un sitio mejor, más transparente, más honesto y más sostenible; pero en el aula se nos siga poniendo día a día un documento PDF que leer de 45 páginas para examen al día siguiente?

Gracias ESIC por cambiar el rumbo de la educación tradicional, por aportarnos estos cursos -así como también había uno de Stress Management y Time Management- y creer en el hecho de crear personas con competencias que les permitan moverse en el mundo VUCA que les rodea.

Y ahora, hablo del curso.

Creo que es de fundamental importancia tener guías mentales a las cuales acogernos en caso de afrontar una situación desconocida, difícil o compleja. Y, con este curso, he conseguido aprender qué pasos seguir a la hora de poder tomar una decisión, tanto compleja, como de mi día a día. Lo cual no significa que ya sepa tomar decisiones perfectas, ni que tenga una fórmula secreta que me haga invencible.

Al contrario. Con este curso he aprendido que la participación del equipo es fundamental, el hecho de construir una comunidad donde cada opinión cuenta, donde las personas se escuchan unas a otras y donde las críticas, en vez de ser demoledoras, son tan constructivas que pueden salvar proyectos. O salvar vidas.

Que no somos un río, que no tomamos una decisión y vamos con ella hasta el final sin mirar atrás. Al contrario, que necesitamos empaparnos del entorno, de su información y estar preparados para adaptarse ante nuevos frentes abiertos. Porque esto es la vida real, un mundo dinámico y vivo.

Que, sigamos el método que sigamos, no siempre vamos a salir victoriosos tomando la decisión perfecta. Al contrario. Que los planes fallidos son los que ayudan a aprender, a encontrar nuevas vías, e incluso mejores soluciones que las tomadas en primer lugar. Hay que ser resiliente y sacar provecho de cada situación, porque en cada una de ellas hay una lección que nos ayudará para la siguiente.

Uno de los aspectos que más me ha gustado del curso, son los vídeos explicativos que incluye. En ellos, y vinculándolo a la parte del curso perteneciente, personas fantásticas cuentan sus experiencias respecto a la toma de decisiones. Así, las historias contemplaban desde acciones empresariales, hasta una salida familiar en barco con posible final estrepitoso, o la subida al Everest con la muerte de un compañero.

Es decir, como personas que somos, las decisiones no solo se toman frente un ordenador con el Excel del Balance Anual abierto. Tenemos que saber cómo actuar en el día a día, como tomar decisiones que no gustan ni nos gustan, cómo dice en el video «Know the hard right versus the easy wrong». Y que esas decisiones difíciles y arriesgadas, lo máximamente fundamentadas, serán las que nos hagan ganarnos el respeto de la gente que nos rodea, creando una confianza que aumente la credibilidad de nuestras acciones. Y es que el liderazgo no es tarea fácil y conlleva mucha responsabilidad, pero la satisfacción de conseguir avanzar con el equipo y conseguir los retos, llega a superar este handicap.

Mas, para liderar hay que tomar decisiones. Por ello, gracias por este curso, porque es necesario, porque es una lección de vida.

Gracias por confiar en seguir creando personas.

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